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P AX AVG VSTA
Tácito dice una triste verdad: «los emperadores tienen, en vida, panegiristas que falsean Ia verdad por adulación o miedo; después de su muerte, detractores sistemáticos por odio*.Res,florentibus ipsis, ob metarn falsae; postquam occiderant, recentibus odii$ coml positae sunt . Ita neutris cara posteritatis inter infensos vel obnoxios 2. Así se explica que Ia figura de algunos Césares nos haya sido legada con caracteres tan contradictorios; para unos, Mommsen por ejemplo, Tiberio es el emperador más capaz que tuvo Roma; para otros, como Tácito, es Ia personificación del disimulo y de los vicios más abyectos. Hasta el punto que, entre tantos esfuerzos como se han venido haciendo para desentrañar Ia verdad que se esconde en ese confuso montón de noticias, exageraciones y chismes, aun nos es imposible hoy discernir Ia auténtica personalidad humana de muchos emperadores. Augusto se salva de esta enojosa suerte. Su fallecimiento no extinguió el coro de sus alabanzas, sino que fué aumentando con el tiempo, hasta adquirir caracteres de figura mítica. Las matronas romanas, a su muerte, guardaron luto un año entero; los hombres, varios días. Los emperadores que Ie sucedieron invocaban su nombre para cualquier reforma en el gobierno o administración del Imperio, La casi uniformidad de los historiadores acerca de Augusto se debe a sus extraordinarias cualidades morales, a Ia magnitud de Ia labor por él realizada y a que, mientras de los demás emperadores sólo se conservan insignificantes documentos directos, sobre Augusto disponemos de un testimonio auténtico de primer orden, el INDEX
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TAC, Ann,t 1, 1.
TAC., HiSt9 1, 1.
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