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EL «MARRANO» SPINOZA Y LA RACIONAUDAD DE LOS COLEGLVNTES
Dos celebrados ensayos recientemente publicados han dado cuenta por fin del ascendiente marrano de ciertas peculiaridades en Ia obra de Spinoza, e incluso de cómo determinados rasgos de Ia filosofía del autor de Ia Ethica fundamentan su recurrencia en una inspiración marrana. Uno de esos ensayos, cuyo subtítulo indica ya el claro propósito del autor («un estudio sobre las fuentes marranas del espinosismo») fue publicado en Madrid en 1987. Se trata de La Sinagoga Vacía, de Gabriel Albiac. Más allá de Ia aparente desorganización del material estudiado se hallan en esas páginas ideas ciertamente importantes y aún novedosas, sobre los vínculos entre algunas tesis de Spinoza y el tortuoso devenir que en los siglos anteriores, desde sus inicios en España y Portugal, singularizó el pensamiento marrano. Yovel, autor del segundo estudio al que quiero referirme, propone en el primer tomo de su Spinoza and other heretics (1989) una descripción de ciertos rasgos distintivos de Ia mentalidad marrana, de los que Spinoza —sostiene Yovel— aun trasmutándolos, no pudo liberarse. Entre esos rasgos incluye Yovel las tendencias heterodoxas, el uso del equívoco para difundir Ia ambigüedad esencial ligada a Ia mentalidad marrana (y que fue producto de Ia obligada doblez que hubieron de practicar los marranos durante siglos), y sobre todo una empecinada búsqueda de Ia salvación interior al margen de prescripciones y ceremonias, una salvación inmanente al mundo. Este último afán habría tomado en Spinoza —siempre según Yovel— Ia forma de una extrema racionalización, que distanció su concepción de Ia íntima religiosidad profesada por los marranos que Ie precedieron en esa tendencia. Así, en réplica a unas críticas de Feldman (1992) dirigidas precisamente contra esas tesis, Yovel (1992) escribe:
«Pongo un énfasis particular en Ia trasmutación que los rasgos distintivos marranos sufren en el caso de Spinoza, desde su universo original de religión interior, hasta el universo radicalmente nuevo de Ia razón y Ia secularidad» (p. 83) (Ia cursiva es de Yovel).
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