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RECENSIONES
Antología pedagógica de Francisco Giner de los Ríos. Selección y estudio preliminar de Francisco J. Laporta (Editorial Santillana, Madrid 1977) 247 pp. «La enseñanza ha de ser concebida, en razón de su fin, como una obra destinada a preparar al hombre, no para examinarse a fin de curso, sino para el ministerio individual y social de Ia vida: cosa que es algo diferente: casi me atrevería a decir contraria». He escogido esta cita de F. Giner para comenzar Ia reseña de Ia Antologia aparecida hace escasas fechas; pero muy bien hubiera podido tomar otra tan sugerente, al menos, como ésta para hacer ver Ia modernidad de unos planteamientos que alcanzan ya los cien años, los mismos que han pasado desde Ia fundación de Ia Institución Libre de Enseñanza (suceso que tuvo lugar en Madrid en 1976). El profesor Laporta, que habia publicado un libro sobre Adolfo Posada, otro de los institucionistas célebres, ha llevado a cabo Ia presente selección y ha delineado los rasgos maestros de Ia personalidad de Giner del que, a pesar de los numerosos estudios sobre su persona y su obra, siempre quedará una última palabra por decir¡ y es que una personalidad tan rica y tan fecunda como Ia suya jamás podrá ser agotada por múltiples que sean las obras que se Ie dediquen. La Introducción, que es una invitación generosa al estudio de sus ideas pedagógicas, centra Ia figura de Francisco Giner de los Ríos en las coordenadas sociales y culturales de Ia España decimonónica, aquellas coordenadas en las que se movieron un grupo de españoles soñadores que, de Ia mano de Julián Sanz del Río (el Maestro del Maestro), intentaron despertar a España del «sueño dogmático» en que se hallaba sumida desde siglos. Para Laporta, Francisco Giner de los Ríos se resiste pertinazmente a ser historia; y esto es así porque sus ideas pedagógicas son hoy todavía «posibles-. Si Ia historia se refiere al pasado quien es presente, o tal vez futuro, no puede entrar en ella: éste es el caso de Giner. Giner perteneció a Ia corriente krausista que sacudió Ia España de mediados del siglo XIX. En Ia filosofía krausista Ia racionalidad eleva al individuo hasta el ser absoluto. Los grados de conocimiento del ser se corresponden con los grados de conocimiento del bien porque «los valores éticos pertenecen a Ia esencia cognoscible de las cosas» (p. 10). Si bien y conocimiento sonlo mismo, el mal es producto de Ia falta de conocimiento, es decir, de Ia ignorancia. Por ello Ia educación ocupa un lugar muy importante en este sistema, y para Giner esta educación a escala nacional será Ia que saque a España de Ia ignominia del momento. La tarea de Giner se va a centrar en Ia formación del «hombre nuevo» ya que Ia consecución de un régimen estable para el país depende del mayor o menor grado de educación del pueblo, esto es, que Ia democratización depende, implícitamente, de Ia instrucción. Frente a Ia concepción pedagógica de Giner se levanta, en oposición a ella, Ia de Ia Iglesia Católica de Ia restauración alfonsina con su concepto de hombre diametralmente opuesto derivada de una cierta interpretación del pecado original. El dolor es necesario porque Ia naturaleza del hombre es perpetuamente pecadora. Los voceros de Ia adulación oficial han elevado Ia figura del Padre Manjón, representante de Ia pedagogia católica decimonónica. El abismo que separa a ambos es inflnito y los resultados de uno y otro est4n a Ia vista de todos. Volver sobre el tema sería superfluo. Giner recoge Io más significativo de Ia pedagogía liberal y romántica a través de las figuras de Rousseau, Pestalozzi y Froebel (sobre todo este último) y Io funde con su concepto de hombre y sociedad procedente de Ia filosofía krausista para
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