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ESTUDIOS
EL NEOPLATONISMO Y LA "PRESENTACIÓN" DE LA ESTRUCTURA FORMAL DEL DOGMA CRISTIANO 1. El neoplatonismo "filosofía escolastizada".—La excepcional importancia del neoplatonismo en Ia historia del pensamiento, que cada vez aparece con más fuerza y en más amplios estratos socio-culturales, adquiere una nueva y excepcional dimensión al analizar el papel primordial que representó en Ia "presentación" de Ia estructura formal del dogma cristiano. Podría parecer contradictorio que el neoplatonismo (que tuvo su más clásica sistematización en Plotino, influido por una radical situación "conflictiva": el anticristianismo del círculo plotiniano, que pensaban que el hundimiento del status social y de Ia cosmovisión antiguos significaría el fin de Ia cultura helénica y de su más genuino fruto : Ia filosofía), fuera el pilar fundamental de Ia formalización dogmática del kerygma cristiano. Puede haber paradoja, pero no existe contradicción. El neoplatonismo tiene sus raíces en Platón y Ia Academia. Su origen profundo hay que remontarlo al siglo III a J.C.; pero su peculiar modo de formalización de algunas ideas platónicas debe mucho al pensamiento iranio y a Ia sabiduría del pueblo hebreo. El pensamiento iranio impresionó suficientemente a los judíos de Ia cautividad, "ayudados" por las generosas medidas libertadoras de Ciro, tanto como para identificar a Ahura Mazda, el Señor de Ia Luz, con Yahwé-Elohim, posiblemente por el peso de Ia tradición del título de Elyon (Dios altísimo), que aparece en Ugarit-Ras Samra, aplicado a El, título del Dios de Melkisedec, al que Abraham ofrecio sus diezmos. El texto de Ia Escritura es suficientemente claro por sí: "El año primero de Ciro, rey de Persia... excitó Yahwé el espíritu de Ciro... que hizo propagar de palabra y por escrito por todo su reino : Así dice Ciro, rey de Persia; Yahwé, Dios de los cietos, me ha dado todos los reinos de Ia tierVa y me ha mandado que edifique casa en Jerusalén de Judá" '.
1 Esdr. 1. 1-2. En realidad Ia Crónica babilónica de Ciro Io que dice es algo distinto y más universal: «Yo reduje a los dioses a los lugares que habían morado y los instalé en su morada eterna. Yo reuní a todas bs gentes y las restablecí en sus domlciUos; y a los dioses de Sumer y Accad, que con gran enojo del Señor de los Dioses, Nabucodonosor había traído a Babilonia por orden del Dios Marduk, les hice ocupar en sus santuarios Ia morada que amaba su corazón». Esdras, y luego Nehemías, naturalmente se olvidan de que fue un acto de liberación colectivo y no exclusivo para los Judíos. Y el Señor de los Dioses, Ahura Mazda, Io identifican con Jaihwé. Los versículos citados han sido agregados también al final de Paralipómenos II 36. 22-23. Más literales pueden ser las "cartas" de Darío y Artajerjes (Esdr. 5. 3'-12 y 7. 12-26). En ellas el Dios en nombre del cual hablan los reyes persas se designa como "Rey de los cielos" (Esdr. 6. 10; 7-12), aunque Esdras tiendan a identificarlo con Jahwé, pero con cierta timidez, pues antes y después de Ia "carta" el nomt>re de lahwé es escrito directamente. En Nehem. 2. 4 reaparece el "Dios de los cielos". Cf. M. García Cordero, Teología de Ia Biblia I (Madrid 1970) pp. 37 ss. y 92 ss.
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