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FAM 3 (1991) 77-88
JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ CARO
Rector de la Universidad Pontificia Salamanca.
1. INTRODUCCION
Cuenta el primer libro de la Biblia (Gn 2, 18-24), que después de modelar Dios al hombre con barro de la tierra, se dio cuenta de que estaba solo. Entonces quiso hacer una ayuda y compañía adecuada para él. por eso formó del barro del suelo todos los seres existentes, todos los animales del campo y las aves del cielo y los llevó ante el hombre, para que les diese nombre. Y el hombre lo hizo, pero no encontró ayuda adecuada para él. Seguía solo. Entonces, provocando un profundo sueño en el hombre, de ima de sus costillas hizo Dios a la mujer y, despertando al hombre de su sueño, la presentó ante él. Este gritó entonces emocionado: «Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne». El relato, en su profunda ingenuidad, trasmite una experiencia humana eterna e inolvidale. Nos habla de la imposible vocación himiana de la soledad absoluta, nos muestra el remedio de la soledad en la diferencia de los sexos, llamados a complementarse mutuamente en plano de igualdad, pero siendo diferentes; y nos presenta de modo bien gráfico la reacción afectiva de Adán frente a Eva, expresada en una «gozosa bienvenida», según expresión del poeta alemán G. L. Herder. Reacción afectiva que exige, según añrma un conocido exegeta, el lenguaje poético con que Adán se expresa a continuación (Westermann 123-125): gritó emocionado al reconocerla sin haberla visto y descubrió su ayuda, su complemento, su igual y su diferente.
1 Conferencia pronunciada el 23 de febrero de 1991 en el III Congreso de la Familia, organizado por la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos de Castilla y León en la Universidad Pontificia de Salamanca.
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