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ACTUALIDAD
XVI SEMANA ESPAÑOLA DE DERECHO CANONICO
NOTAS SOBRE LA M A R C H A
Imborrable esta "Semana" de color (y calor) murciano. La institución —quien Ia vio nacer...— ha llegado ya a su mayoría de edad. Madurez, seguridad, plenitud. Y andadura fácil por un camino ya hecho tras largas horas de marcha. Las Semanas son ya... ¡las Semanas! Algo consagrado y serio cuando de Derecho canónico se habla. Y ¿por qué habrían de dejar de serlo? Eclipse total de luna Ia noche del 16. Para ganar kilómetros estamos de punta a punta en Ia piel de toro— mi compañero y yo Io contemplamos desde Majadahonda, olor a campo puro y brisa incontaminada, a dos pasos de Ia gran ciudad. La salida del sol —madrugamos Io nuestro— nos sorprende en plena Mancha. El espectáculo es distinto pero igualmente maravilloso: sol y luna frente a frente. Grande ésta y clara como nunca, en un poniente que parecía cercano. Aquel, emergiendo como de un infinito vacío luminoso, envuelto en rara neblina, que templaba sus rayos y Ie daba un fuerte tinte de color anaranjado. Rezábamos. Y pensamos instintivamente en Murcia. A ella llegamos, cubiertos de sudor, al comenzar Ia tarde. NeI primo pomeriggio del prof. Vitale. Colegio Mayor Cardenal Belluga. Nos dijeron que inconfundible en toda Murcia. Ni el guardia municipal, ni el viejo del kiosco, ni el pulcro señor enchaquetado —el único tal vez a aquella hora- que cruzó delante de nosotros en Ia espera obligada ante el semáforo rojo, sabían de qué iba. Dos o tres vueltas a Ia ciudad. "Ese es", nos dijo al fin un chiquillo. Y allá nos fuimos. No estábamos de suerte. Ni una puerta abierta, ni un alma en Ia casa, ni un timbre con respuesta. ¿Para qué tanto madrugar? O ¿por qué olvidar que los murcianos tienen también derecho a su siesta? Minutos de paciencia. Sólo minutos, Y casi ni siquiera minutos. Porque, sin saber cómo ni por dónde, apareció el "ángel de Ia Semana", que con su custodia singular empezó a hacer de Murcia Ia ciudad encantada y encantadora. (¡Ah, D. Mariano!). Nadie pretenderá que estas notas atraviesen con su frivolidad Ia frontera científica de Ia Semana. Quien hasta aquí haya llegado leyendo, ya se Io sabe todo. Eso sí. Allí sc dieron cita los listos de siempre y algunos nuevos : los catedráticos de Canónico — ¡son tan suyas las Semanas!— y sus colaboradores, las Facultades de Cónones —prácticamente único punto de unión entre las tres—, los rotales, los provisores y jueces, los abogados —letrados y letradas en cantidad cualitativa- y muchos amantes del Derecho hasta sobrepasar los 125. Todo un récord. ¿Por Murcia? ¿Por el tema? ¿Por los ponentes? ¡Por las mismas Semanas, que se imponen! Aunque Murcia y el rema y los ponentes tuvieran también su parte. Es curioso repasar ahora las listas que, en manos de D. Mariano, se multiplicaron en tres o cuatro ediciones. Hubo franceses, alemanes, italianos, griegos, colombianos, portugueses... Semana internacional. Auténtica. Porque también hubo españoles. Y según van las cosas, nos sobraremos a nosotros mismos para que todas las Semanas del futuro sean internacionales.
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