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EL NUEVO EJE DE LA PROBLEMATICA 1. INTRODUCCIÓN
POLITICO-RELIGIOSA
El tema de las relaciones Iglesia-Estado y más genéricamente Ia problemática político-religiosa, han interesado siempre por su trascendencia teórica y por su actualidad práctica, como nos enseña Ia Historia. Interesan también hoy bajo ambos aspectos, primero a nivel mundial como se puso de manifiesto a través de las discusiones conciliares a propósito de Ia libertad religiosa, también a nivel nacional como Io prueban los frecuentes conflictos entre jerarquías eclesiásticas y políticas, y, en especial, las ya interminables discusiones en torno al Concordato. Creemos, sin embargo, que Io más trascendental y actual, no son estas relaciones entendidas en el plano de conclusiones y acuerdos, sino los mismos presupuestos, principios o fundamentos en que se deben cimentar tales acuerdos o conclusiones, sobre todo el problema de si después del Vaticano II han cambiado radicalmente esos presupuestos o principios. Pues, si nos encontramos ante un cambio revolucionario, necesariamente se hará sentir en sus consecuencias. Por tanto, sólo resolviendo, previamente esta cuestión estaremos en condiciones de acertar en Ia solución de Ia problemática políticoreligiosa hoy. Aquí centramos, pues, nuestra investigación : ¿Cuál es Ia relación jurídica en que se encarna hoy Ia citada problemática? ¿Cuál es su eje derecho-deber, cuáles sus sujetos, su fundamento y contenido? ¿Cuáles sus consecuencias? Y, contrastando Ia concepción ayer vigente en los tratadistas, al menos oficiosos, de Derecho público eclesiástico, con Ia que, creemos, se impone hoy después de Ia Dignitatis Humanae, continuamos preguntando: ¿Sigue teniendo valor Ia concepción tradicional o hay que substituirla por otra nueva triunfante en el último Concilio? Planteado el problema con esta generalidad, Ia respuesta es unánime: El derecho exclusivo de Ia Iglesia propugnado ayer, debe dar paso al derecho universal de toda persona a Ia libertad religiosa, afirmado hoy claramente en los textos conciliares.
N. de Ia R.—Publicamos este artículo dejando al juicio del lector Ia valoración de las premisas y de Ia consecuencia que ha llevado al autor a negar Ia legitimidad de los concordatos y acuerdos entre Ia Santa Sede y los Estados y a repudiar también las representaciones diplomáticas de Ia Santa Sede. Recordamos a nuestros lectores que Ia Revista no se solidariza con las opiniones formuladas por los colaboradores que nos envían sus artículos para ser publicados.
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