|
EL MIEDO COMO CAUSA DE NULIDAD DE LOS MATRIMONIOS CIVlLES
(Sentencia del Tribunal Supremo de 21 de marzo de i9$o) Sabido es que por fes circunstancias en que sé originó el llamado matrimonio civil y, concretándonos a nuestra Patria, por las que concurrieron en su incorporación a nuestro Ordenamiento jurídico positivo, su regulación legal, en todos los aspectos inferior a Ia realizada para el Sacramento del Matrimonio por eJ Derecho canónico, toma, sin embargo, por paradójico que ello resulte, de este último gran parte de sus normas, asimilando no pocos de sus principios rectores. TaI es el caso del matrimonio contraído por miedo, que si en el Dere*cho romano era válido pero rescmdible, Ia Iglesia Io consideró siempre como nulo, cuando reuniera ciertas condiciones, doctrina recogida y petfilada en el canon 1.087 del Codex Iuris Canonici, a cuyo tenor: "Es inválido el matrimonio contraído por... miedo grave, inferido por una causa externa e injustamente,para librarse del cual s& ve uno obligado a elegir el matrimonio." La consideración del miedo como causa de nulidad del matrimonio contraído como resultado de aquél ha sido admitida en orden a los matrimonios civiles en algunas legislaciones (i), entre ellas Ia española, cuyo Código Civil establece en el artículo ioi : "Son nulos (los matrimonios civifcs) contraídos... por miedo grave que vicie el consentimiento." Salta a k vista Ia disparidad entre h. regulación jurídico-canónica del miado como causa de nulidad del matrimonio y te. establecida en nuestra legislación española para los matrimonios civiles, cuyo ámbito de aplicación, después de Ia Orden de io de marzo de 1941, es de todos bien conocido. Como hace resaltar el ilustre Catedrático ELOY MoNXERO (2), no distingue el legislador ospañol entre miedo justo o injusto y tampoco, añadimos por nuestra parte, hace referencia a que Ia causa del miedo sea interna o externa. En cuanto a Ia frase finalI de nuestro Código Civil, "que vicie eä
(1) V., entre otros, e| Códlg-o Clvll Italiano, art. 120; el de Suiza, arts. 126 y 127; el d« rranc!a, srts. 180 y 181. (2) Ei matrimonio y las causa» matrimoniales (Madrid, 1950), p. 252.
— 663 —
|