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El De spectaculis de Tertuliano: su originalidad El mismo hecho de ser Tertuliano un autor cristiano hace que se cierna sobre él especialmente Ia problemática que se cierne en general sobre el latín en que escribieron los primeros cristianos y al que los especialistas han otorgado distinta entidad lingüística. Algunos consideran que este latín posee los rasgos de una lengua especial ', otros niegan que posea el carácter de lengua 2 y otros Io admiten, aunque con diversas matizaciones. Así Blaise admite una lengua verdaderamente cristiana, pero atribuye los rasgos de su especificidad al léxico y a Io estilístico 3; Calió acepta
1 H. Goelzer, Dictionnaire latin français (Paris 1892) Io llama en el Prefacio lingua latina christiana. Schrijnen formuló eI concepto de «Latín cristiano» como una lengua propia de Ia comunidad cristiana de lengua latina. En realidad él no entendía el latín cristiano como una lengua autónoma, sino como una lengua especial (Sondersprache), al lado de Ia de los juristas, soldados, etc. Cf. J. Schrijnen, / caratteri del latino cristiano antico, trad, de S. Boscherini del original Charakteristik des altechristlichen Latein, Nimega, 1932 (Firenze 1976) pp. 7 ss. 2 La reacción a Ia propuesta de Schrijnen no se hizo esperar. Cf. Ia reseña de J. Marouzeau, en REL 10 (1932) pp. 241-242. «Parler d'une sintaxe des chrétiens serait à tout prendre un abus de langage», decía E. Löfstedt en el comienzo del cap. V de su LaIe Latin (Oslo 1959), en el que niega al latín cristiano el carácter de lengua, admitiendo, eso sí, Ia novedad en sus expresiones y locuciones. La misma opinión sostiene A. Meillet, Esquisse d'une histoire de Ia langue latine (Klincksieck, Paris 1966): «Entre Ia langue Ia plus classique», dice, «et celle de Ia Vulgate ou des Pères de l'Eglise, il n'y a que des différences de détail...». Para las discusiones sobre Ia problemática que plantea este latin, cf. los artículos de Ia REL de 1932, 1936, 1938 y 1940, y el de J. Ghellinck, 'Latin chrétien ou langue latine des chrétiens', EC 8 (1939) pp. 449 ss. 3 A. Blaise (Manuel du latin chrétien, Strasbourg 1955) constata que «el latinista menos avisado, si deja un autor profano para abordar Ia lectura de un autor cristiano, se siente engolfado sin ninguna duda en un mundo nuevo, un mundo nuevo de ideas y de sentimientos, pero que también capta otra impresión: que Ia lengua misma no sólo se ha renovado, sino innovado» (p. 13), y más adelante precisa esa impresión mostrando que el latín cristiano se caracteriza por Ia predilección del estilo figurado y, sobre todo, por Ia afectividad más calurosa en su vocabula-
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