|
os frases de a carta de S. Ignacio de Antioquia a os Komanos
Rom, 5, 1 y Rom, 6, 1
San ignacio de Antioquia, tal como nosotros lo conocemos, camino del martirio, se nos presenta como un alma de gran temple, de un natural exuberante, encendida por Ia llama de una sola idea: Ia posesión de Dios. Sus cartas no son otra cosa que esto; que él llegue a alcanzar a Dios y que Io alcancen también los otros. Su anhelo del martirio, el temor de que los cristianos de Roma se Io estorben, Ia solicitud por todas las iglesias, por Ia unidad, su celo contra los herejes, todo es Io mismo: poder llegar a ser una sola cosa, él y todos, con el Señor. Todo el ardor que Ie comunica esta idea, toda Ia vitalidad que despierta en él, se irasluce en sus cartas. Su estilo es ardiente, cortado, nervioso. Parece como si sólo buscara hacerlas instrumentos de Ia pasión que Ie atormenta. Y no Ie interesa realmente otra cosa en ellas. Por esto eI griego de sus cartas es a veces torturado, puntiagudo, turgente, por así decirlo, Es en verdad un vino nuevo puesto en odres viejos, que corren peligro de romperse. Y menos mal para nosotros si los rompe: nos es más fácil entonces percibir todo el aroma del precioso líquido; una irregularidad en Ia frase nos hace conocer Ia fuerza de Ia idea. Donde se necesita mayor vigilancia es precisamente en los pasajes en que el ímpetu de Ia idea no ha Uegado a romper Ia continuidad del estilo. Se corre entonces el riesgo de que bajo una forma griega normal se esconda una idea de gran fuerza, expresada en verdad por Ia frase, pero de Ia que es preciso darse cuenta, es necesario caer en ello. Y se expone uno a pasar de largo porque Ia misma forma griega correcta puede traducir también una idea más obvia, más llana, digamos más normal. Me parece hallar un ejemplo de ello en Ia carta de San Ignacio a los Romanos, 5, L El obispo de Antioquía habla de su viaje a
|