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BIBLIA Y ECUMENISMO EN EL PRESENTE ESPAÑOL
MANUEL GONZÁLEZ MUÑANA Delegado de Ecumenismo de Córdoba
La Biblia ocupa, o al menos debe ocupar, un sitial único en el seno de Ia Comunidad de los elegidos, Ia Iglesia, al ser el libro que contiene Ia Palabra de Dios, como Io afirma Ia fe de los creyentes. En ella el cristiano encuentra Ia fuente inagotable en profundidad y fecundidad de su renovación personal, siempre que acuda a ella para abrirla, leerla, estudiarla y meditarla. Pero Ia Biblia más que ser el libro de un cristiano es el libro de Ia Iglesia, y por ende del cristiano; pues Ia Iglesia no es otra cosa que Ia Palabra de Dios llevada a su efecto, como se deduce del mismo término Ekklesia, cuyo más rico significado es el de convocación, no para otra cosa, sino para oír esa Palabra, que emplaza a aquellos hombres a quienes llega Ia voz de Dios. De aquí que podamos afirmar que "Ia Iglesia es el acontecimiento de Ia Palabra de Dios irrumpiendo en el tiempo de los hombres" (C. Castro, El Mensaje del Concilio, Madrid, 1966). La irrupción última y definitiva de Dios en el tiempo y en forma pública tuvo lugar en Cristo. En Ia Palabra hecha carne se consuma el designio salvifico divino. Cristo es Ia manifestación directa de Ia Palabra de Dios, y en torno a El se ve reunida Ia Iglesia, quien a su vez continúa proclamando Ia Palabra que lleva en sí misma, mediante los sacramentos, predicación y servicio eclesiales. La Palabra hecha carne (Cristo), se sitúa, pues, en el centro de Ia Palabra escrita, de aquí que no pueda concebirse que Ia Iglesia conserve intacta Ia unión con su Señor y permanezca fiel a sí misma, si no da a los libros del Antiguo y Nuevo Testamento el puesto que les corresponde (Cfr. Van Iersel,
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