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Artículo: Diálogo Ecuménico. 1971, tomo 6, n.º 23-24. Páginas 403-420. En esta primera sesión, se trataba de Ia tradición del Evangelio. ¿Cómo se hace presente y se transmite a través de los siglos el acontecimiento de Ia salvación en Jesucristo? ¿Quién es el portador y garantizador? ¿La Iglesia, su magisterio y su tradición? ¿La Escritura sola? El hecho de que Ia antigua alternativa "Escritura-Tradición" no haya jugado, apenas, su papel en los debates es muy significativo del cambio profundo ocurrido en Ia controversia luterana católica. No hay ya posibilidad de oponer, de manera exclusiva y neta, Ia Santa Escritura y Ia Tradición de Ia Iglesia, porque Ia Escritura comprende en sí misma el proceso y los elementos de una tradición. Por otra parte, se está de acuerdo en reconocer que el magisterio eclesiástico y Ia tradición en Ia Iglesia dependen del testimonio de Ia Escritura si se quiere transmitir el Evangelio de manera fiel. El Evangelio, palabra de Dios, no puede ser identificado ni con Ia Escritura, ni con Ia Tradición de Ia Iglesia, ni con Ia Escritura y Ia Tradición a Ia vez. El Evangelio se sitúa de cara y por encima de Ia Iglesia y de Ia Escritura. Es Ia palabra del Señor, que es proclamada por testigos humanos y que, por el Espíritu Santo, se manifiesta como palabra de Dios. Ahora, no es suficiente, para una proclamación responsable del Evangelio, referirse simplemente al Espíritu Santo en cuanto verdadero portador del Evangelio. El es, ciertamente, el criterio de base para Ia proclamación de Ia palabra de Dios. Sin embargo, nos son necesarios, al mismo tiempo, otros criterios para mantener Ia continuidad de Ia proclamación actual desde su origen y para diferenciar los desarrollos ortodoxos y heréticos. En este sentido, todos han señalado que Ia proclamación de Ia Iglesia necesita criterios secundarios. En esta línea se sitúan las confesiones de fe, los dogmas de Ia Iglesia, el sentido de los fieles, el ministerio eclesiástico y el carisma no institucional. La comisión no ha discutido de forma explícita el problema de Ia manera de definir el lugar de Ia Escritura santa entre el criterio de base (Espíritu Santo) y los criterios secundarios. Si yo interpreto bien el pensamiento de Ia comisión, yo diría que ella estaba de acuerdo, en principio, en considerar Ia Escritura santa como un criterio secundario. Sin embargo, ocupa entre los secundarios un lugar de prioridad. La relación final

 
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