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Monjas occidentales abrazan el rito oriental y oran por Ia unidad
lGNACIO SAADÉ
Existen en el Líbano, desde hace seis años, dos comunidades religiosas latinas que adoptaron el rito oriental: unas Clarisas francesas y otras Carmelitas españolas. Las primeras abrazaron el rito maronita, y viven en medio de un umbroso pinar, en Ia localidad de Yarzé, a unos 10 kilómetros de Beirut, donde organizan encuentros y retiros ecuménicos para católicos y no católicos, bajo Ia alta dirección de S. E. Monseñor Ignacio Ziadé, Arzobispo maronita de Beirut. Son unas veinte religiosas, Ia mayor parte de ellas francesas, empapadas del espíritu de San Francisco y de Santa Clara, ofrecen su vida, dentro del claustro, por Ia unión de todos los cristianos. Nada tan conforme con el espíritu del "Poverello" de Asís, que amó tan ardientemente a todas las criaturas de Dios. Las otras, Carmelitas españolas —algunas de ellas pertenecen a Ia alta sociedad hispana—, se trasladaron al país de los cedros en el año 1962, a requerimiento de S. E. Monseñor Pablo Achkar, Metropolita griego-católico de Laodicea (Siria), en aquel entonces Superior General de Ia Congregación de Padres Paulistas. Adoptaron el rito bizantino católico y se establecieron en Ia montaña de Harissa, a los pies de Nuestra Señora del Líbano, en un paraje que inspira mística y unidad, donde todo habla de Dios y de su infinito amor a los hombres: montañas, valles, árboles y flores, que recuerdan constantemente el verso del Doctor Místico: "MiI gracias derramando, pasó por estos sotos con presura...". Estas monjas españolas —trece en total— viven a Ia sombra de Ia Casa Madre de los Padres Paulistas, y están asistidas espiritualmente por ellos. Su gran protector, después de Ia promoción de Monseñor Achkar a Ia dignidad episcopal y su traslado a Siria, fue Monseñor Felipe Nabaa, Metropolita de Beirut, fallecido en el mes de septiembre último, y cuya prematura muerte ha sido
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