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notas y comentarios
Salmanticensis 54 (2007) 617-633
por un replanteamiento de la pastoral sacramental
Introducción A la vista de algunos hechos, que luego enumeraremos, se puede decir que existe hoy una cierta insatisfacción bastante extendida en relación con la pastoral sacramental. Con esta expresión me refiero al modo de presentar, preparar y celebrar los sacramentos y su consiguiente expresión en la vida cristiana, no al margen sino dentro de la pastoral general de la Iglesia a través de la cual cumple el mandato que le dejó Cristo de anunciar la salvación y hacerla presente por medio de los signos sacramentales y el testimonio de los discípulos, y más en concreto como parte fundamental de la pastoral litúrgica que es la tarea incesante de la Iglesia. Juan Pablo II se refirió en sus dos cartas apostólicas conmemorativas de la constitución Sacrosanctum Concilium a este asunto. En 1988 escribió: “Si la reforma de la Liturgia querida por el Concilio
Dionisio Borobio ofrece esta definición: “Pastoral sacramental es la acción de la comunidad entera, por medio de sus agentes, a través de unos medios y dispositivos concretos, adaptados a las diversas situaciones vitales-sacramentales, y a la actitud de fe del sujeto, en orden a preparar, suscitar, autentificar y mejorar las disposiciones del mismo y de la comunidad entera, de modo que el sacramento sea dignamente celebrado y, en cuanto acontecimiento celebrativo participativo, exprese y realice todo lo que significa, para la renovación de la vida personal y comunitaria, en coherencia con el Evangelio y con el sacramento celebrado” (Pastoral de los sacramentos [Salamanca: Secretariado Trinitario 1996] 27). Llama la atención que en el Nuevo Diccionario de Pastoral, dirigido por Casiano Floristán (Madrid: San Pablo 2002), no se recoja la voz “Pastoral sacramental” o de los sacramentos, y sin embargo, sí aparecen otras voces como Pastoral de la salud, o de migraciones, o litúrgica, obrera, penitenciaria, rural, urbana.
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