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Diálogo Ecuménico t. XLIV, n. 138 (2009) 35-40
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EN MEMORIA DE OLIVIER CLÉMENT
No me resulta fácil condensar en unas pocas líneas el recuerdo y la gratitud hacia la vida, la obra y la persona de Olivier Clément, fallecido en París el pasado 15 de enero a la edad de 87 años. La dificultad del recuerdo nace de la riqueza que brota de su existencia de amplio horizonte y perspectiva, cargada de hondura y múltiples matices. Teólogo, historiador, poeta, escritor, profesor infatigable, hombre de diálogo y encuentro, esposo y padre de familia, en este momento de despedida y memoria, creo que Olivier Clément quisiera ser recordado, sin duda, como un incansable buscador de Dios y, sobre todo, como un cristiano del Oriente. La búsqueda marca su historia desde el recuerdo más temprano, como nos relata en su autobiografía espiritual El Otro sol (Narcea, Madrid 1978). Ante el misterio de la muerte, el firmamento estrellado e inmenso o el Mistral meciendo el ciprés del cementerio en el pueblo paterno, Clément, adolescente aún, se sentía sumido en la angustia y el vacío de la silenciosa nada, a la que todo parecía abocar. Buscador, también, ante el azul intenso de los cielos del Languedoc y el fuego nocturno del hogar, cuando la tierra, su calor y olor a vino le embriagaban del gozo profundo de la existencia, inva35
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