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ESTUDIOS
Salmanticensis 46 (1999) 19-58
ALTA ESTIMA DEL HOMBRE. LA ANTROPOLOGÍA DE EDITH STEIN
El pasado 11 de octubre el papa Juan Pablo II canonizaba a Teresa Benedicta de Ia Cruz, más conocida como Edith Stein. Por unas horas, Ia plaza de san Pedro fue escenario de un maravilloso ambiente de fiesta, mínimamente alterado por las declaraciones de algunas personalidades de Ia comunidad judía. Así, mientras Elie Wiesel, premio Nobel de Ia Paz en 1986, manifestaba que los judíos siempre recordarán a Edith Stein como una persona que vivió como cristiana fervorosa pero murió como judía perseguida, el rabino David Rosen mostraba su disconformidad por Io que, a su juicio, era una «cristianización revisionista del holocausto». De hecho, y a fin de que tal cosa no ocurriera, el presidente del Centro Wiesenthal de París se había dirigido por carta al cardenal Edward Cassidy, presidente del Pontificio Consejo para las Relaciones con los judíos, solicitando el aplazamiento indefinido de Ia proyectada canonización '. Después de las protestas que Ia beatificación de Edith Stein provocó el año 1987 y después, también, de Ia agria polémica desatada por Ia fundación de un convento de Carmelitas Descalzas en Auschwitz 2, era previsible que pudieran producirse reacciones como las que hemos apuntado. Precisamente por eso, es decir, para evitar tensiones, no ya sólo entre judíos y católicos, sino también entre otros colectivos, al final se decidió que Ia ceremonia de
1 La prensa italiana no tardó en hacerse eco de estas declaraciones. Cf. Corriere della Sera, 12-10-98, 19; también puede consultarse Vida Nueva 2157 (1998) 20. 2 Para más información sobre este asunto, cf. Kömer, R., Sag mir, was leiden lässt! Der Streit um das Karmelitinnenkloster in Auschwitz, en: Edith-SteinJahrbuch (1995) 207-242.
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