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LA VENERABLE MADRE AGREDA Y DOS OBISPOS DE ALBARRACIN
por J. CAMPOS
Llama sorprendentemente Ia atención el hecho de que una monja de clausura, de rigurosa vida ascética y de auténticas elevaciones místicas, mantuviera continuas relaciones exteriores, sin perder el equilibrio, mejor dicho, conservando Ia supremacía de Io interior y contemplativo sobre Io activo y externo. TaI fenómeno se dio y se comprueba en Ia irradiación beneficiosa de Sor María de Jesús de Agreda sobre Ia Iglesia y Ia sociedad de su tiempo. No se limitó su actividad externa a sus escritos mayores, como Ia Mística Ciuad de Dios, ni a otros varios opúsculos menores, destinados todos ellos a extender el Reino de Dios en los espíritus. Han de añadirse a todo esto sus asiduas relaciones epistolares, que se extendían sin cansancio a donde las reclamaban Ia caridad, Ia edificación o Ia necesidad de los muchos solicitantes. Hay que contar además del desfile de incontables personas de toda clase social, que se presentaban en el convento personalmente a ampararse en sus oraciones, consejos o altas influencias, Ia corrientede cartas, tanto o más frecuente que Ia de personas y visitas. Ella empero deseaba ardorosamente y se Io componía en el fondo del corazón un completo retiro de todo, como Io declara al P. Mañero al final de su relación —«que no desseo sino el cumplimiento de Ia voluntad divina y el de Ia santa Obediencia y un retiro total del mundo; el Todopoderoso me Io conceda por su bondad. Amén» '— y en otras ocasiones en que desahoga su corazón con sus confesores o superiores.
1. Publicada en «Estudios Franctecanos», vol. XVII, 1916, p. 226, y sacada de un ms. de Paris. (Cf. MoREL-FATio, Catalogue des Manuscrits Espagnols... de la Bïblioteyue National de Paris, n. 208).
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