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CONSEJOS PRÁCTICOS A UN AGENTE DE PRECES* La agencia diocesana de preces ha de llevarse con plena dignidad. Es como una gran ventana a través de Ia cual Ia diócesis se asoma fuera y por donde a ella también se Ia ve. En Roma se conoce en buena parte a cada diócesis por su Agente de preces. Esto obliga a estar muy actuado en todo cuanto se hace y en todo cuanto allí se manda. Hay diócesis que saben comprenderlo así y tienen sumo cuidado en seleccionar bien Ia persona que ocupa este cargo. Otras, sin embargo, incluso algunas de cierta categoría, no Io toman en consideración, dejan este oficio en manos descuidadas y esa sensación de descuido y dejadez es Ia que están causando, sobre todo en Ia Santa Sede. Y con ello se están haciendo daño. Los consejos prácticos a un Agente diocesano de preces pudieran ser muchos y de muchas clases. Concretándonos a los estrictamente necesarios para llevar mejor el cargo, se pueden reducir a los siguientes:
1. DlGNA PRESENTACIÓN DE LAS PRECES
Durante doce años tuve ocasión de ver casi todas las preces que iban a Roma desde España y desde bastantes diócesis americanas. Fueron varios millares las que pasaron por mis manos. Nada más coger un folio con Ia petición, se daba uno cuenta de cómo era Ia persona que Io enviaba y el juicio instintivamente se extendía a Ia diócesis que representaba. Había algunas preces de presentación impecable. Las más quedaban en algo meramente discreto. Pero no faltaban algunas descuidadísimas, copiadas con una máquina ya gastada y sin limpiar, con una cinta pasada, en un papel tirando a malo, con esos bordes que forma el polvo y el sol cuando los folios se tienen apilados junto a una ventana, e incluso, a veces, con esas manchas y agujeritos tan repelentes que forma el uso descuidado del tabaco. El Agente de preces de Roma se pasaba sus grandes apuros en casos semejantes. Pero tenía que presentar Io que a él Ie llegaba y como Ie llegaba. Si se tuviera en cuenta que todos estos folios pasan por muchas manos, algunas de personas muy importantes, y que luego quedan todos archivados para siempre en las diversas congregaciones, no se procedería en algunos casos tan a Ia ligera. Los mismos su* No hace mucho me escribía un antiguo alumno de nuestra Facultad para darme Ia noticia de que su obispo Ie acababa de nombrar Agente diocesano de preces a Roma. Me pedía que Ie orientase. Quería cumplir Io mejor posible con Ia nueva misión que se Ie había encomendado. Me puse a Ia máquina y redacté unos folios, que alguien, al leerlos después, creyó oportuno traer a las páginas de esta revista. Accedo gustoso pensando en que a Io mejor pueden servir a los Agentes de preces de otras diócesis.
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