|
El retrato de Carlos V de J. Ginés de Sepúlveda
Sepúlveda cierra su De rebus gextis Caroli V con un sorprendente retrato del Emperador, que, a nuestro juicio, no ha recibido de los estudiosos Ia atención que merece. No cabe duda que al llamarlo retrato incurrimos en una consciente vaguedad, ya que no se ajusta en modo alguno al retrato llamado literario, que aparece en los grandes historiadores latinos: Salustio, Livio o Tácito. Estos construyen sus retratos de forma estructurada, siguiendo en cuanto al contenido las normas que Ia retórica da para los loci a persona y laudatio, mientras que respecto a Ia forma se distinguen por Ia «brevedad» y «condensación»1. Nada de esto encontramos en Sepúlveda: Ia estructuración es mínima (descripción física y cualidades del carácter y morales) y Ia extensión considerable: desde el capítulo 24 al 43 del libro 30 de su De rebus gestis Caroli V2. Podíamos haberlo llamado «semblanza» pero no ganaríamos en precisión, ya que ésta es como un bosquejo de biografía, en Ia que se mezclan los hechos relevantes con los rasgos de carácter, vicios y virtudes. Pero Sepúlveda acaba de relatar por extenso los hechos del Emperador y se limita lógicamente a los otros aspectos. Como modelos que, en cierto modo, pudo tener Sepúlveda a su disposición podríamos mencionar, de entre los más próximos, a Hernando del Pulgar (Los claros Varones de Castilla, Sevilla 1486),
1 Véase nuestro artículo «El retrato literario en Ia historiografía latina», Studia Zamorensia 2 (1981) 189-198, 2 El texto a que haremos referencia en adelante es el de Ia edición de Ia RAH, Joannis Genesii Sepulvedae Opera. Matriti 1780.
|