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Medicina popular en Ia Castilla judía y judeoconversa de los siglos XV y XVI.
Huellas de semejanza y contacto con Ia literatura y el viejo folklore castellano «Vete lejos, resfriado, hijo del resfriado, que rompes los huesos, que haces pedazos el cráneo, para que Ia enfermedad pase por las siete aberturas de Ia cabeza de los seguidores de Ra, que recurres a Thot en oración. Mira, he usado Ia medicina contra ti... Leche de mujer que ha dado a luz un niño y fragante goma; nos desharemos de ti... SaI de Ia tierra, púdrete cuatro veces... Leche de mujer que ha dado a luz un niño» 1 . Esta fórmula que tenía que recitar el aquejado por Ia dolencia del resfriado, contenida en el llamado Papiro de Ebers «el mayor documento de Ia medicina egipcia», emerge de oscuros milenios corno un grito infinitamente lejano de irracionalidad y de claro entendimiento. En Ia mayor parte de los textos médicos cuneiformes de Mesopotamia cada enfermedad se explica como castigo divino. Que se cumpliera era Ia misión de los demonios: Stuk-ku, AIu, Ekimmu, Labartu, Nergal, Namtara —cada uno de ellos personificaba una enfermedad determinada — , y Pazuzu el «engripador», garras en manos y pies, alas de águila —dos caídas a Io largo de los costados y otras dos levantadas—, y rostro repulsivo. Numerosas tablillas de arcilla los nombran atormentando al ser humano cuyo temor Io empujaba hacia los templos:
«Ashakku, Ia fiebre, se ha aproximado a Ia cabeza del hombre. Namtaru, el que enferma, se Ie ha aproximado. Utukku, el espíritu malo, Io ha agarrado por el cuello. AIu, el diabólico, se ha aproximado a su pecho» 2 .
1 Vide J. Torward, El alba de Ia Medicina, Alemania !968, 50. 2 Ibid., 148.
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