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La función y flexion del infinitivo latino
J. CAMPOS
Una tradición lingüística y literaria, transmitida y conservada durante siglos, merece estudio y reflexión. En su contenido y legado se adivinan penetrantes raíces en el espíritu humano, es decir, ideas, formas o denominaciones que hablan y revelan mucho de los orígenes de sus elementos, que posteriormente y en épocas recientes y nuestras, integran los núcleos y bases del pensar y de Ia expresión. Una tradición sostenida no debe desecharse, sino hay que aclararla y desentrañarla. Cuando Ia Gramática latina antigua Uama, por ejemplo, «formas nominales» al infinitivo, participio, gerundio, supino, algo originariamente existente y de raíz prehistórica o protohistórica de Ia lengua quiere significar. Quizá sea una forma, una relación, un uso funcional, que ha quedado como reminiscencia de estadios primitivos, y que apenas percibe Ia conciencia lingüística, si no es por atenta reflexión. Vamos a fijarnos ahora solamente en el infinitivo latino. Si es una forma nominal, quiere aludirse con eUo a que ha tenido o conserva caracteres de tal, heredados de una fase anterior al estadio clásico y preclásico, acaso de un período primitivo, incluso antes de su separación como lengua independiente de Ia lengua común. Una forma nominal se caracteriza por sus formas desinenciales o flexión y por sus funciones de relación o sintácticas en Ia cadena lingüística. ¿En Ia época histórica y documentada del Latín quedan algunos restos, que acusen el carácter nominal del infinitivo-presente y puedan servir de criterio para definirlo gramaticalmente? No hay duda que en período arcaico, clásico y postclásico su carácter verbal es el más perceptible por sus usos, construcciones y sentidos, es decir, que se nos presenta más como forma verboide, que como forma nominal, aunque incorporada tardíamente, con relación a los orígenes de Ia lengua, aI sistema verbal de conjugación. Sin embargo no desapareció en ninguna época, ni período, cierta función nominal más en consonancia
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