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BOLETIN
INFORMATIVO
Primer Congreso Internacional de Estudios Ciceronianos
(Roma, del 2 al 7 de abril de 1959)
La apertura tuvo lugar en Ia sala de Ia Protomoteca del Capitolio, bajo Ia presidencia del Alcalde de Roma, On. Aw. Urbano Cioccetti, del Ministro de Educación Nacional, On. Sen. Prof, Giuseppe Medici> del On. Prof, V. Arangio Ruiz, del On. Prof. Q. Tosatti que ostentaba Ia representación del On, G. Andreotti, Ministro de Defensa Nacional y Presidente del Centro de Estudios Ciceronianos y del Prof> Peter Joahnnes Enk, d e l a Universidad de Groningen. El alcalde de Roma pronunció unas palabras de saludo y de bienvenida a los Congresistas, que desde puntos lejanos se han reunido en Roma para enaltecer solemnemente el II milenario de Ia muerte de M. Tulio Cicerón. <(M* Tulio Cicerón —dijo— fue uno de los hombres más grandes de Roma, que en xx siglos después de Ia muerte no ha perdido ni un punto de vitalidad». Cedió el uso de Ia palabra al Prof. V. Arangio Rui2, quien, después de leer algunos telegramas de adhesión de varias universidades de todo el mundo al Congreso, habla de Cicerón como de un escritor que siempre interesa porque siempre instruye. «Pero a Cicerón —agrega— hay que juzgarlo, como a todos los escritores, sin prejuicios. Algunos juristas odian a Cicerón, porque, sin ser profesionalmente jurista, conoce todos sus secretos; pero Ia mayor parte de los juristas lloramos tres veces al dia lamentándonos de que Cicerón no compusiera un tratado jurídico de su tiempo, que seria de un interés extraordinario para relacionar el derecho antiguo con Ia época clásica, porque Cicerón es uno de los tipos más interesantes en el estudio de Ia jurisprudencia romana. Pero con todo, ni los juristas, ni las personas cultas en general, podemos prescindir nunca de Cicerón, porque en las obras de Cicerón es donde ha hablado más humanamente el hombre. Hoy Ia personalidad de Cicerón se aprecia en su justo valer : ni aquel fanatismo de los ciceronianos humanistas, ni el solemne desprecio de los tiempos de Mommsen. Cicerón no es un 'monopolista' de Ia lengua latina, pero sí el exponente máximo de sus encantos y beUeza. Toda Ia 'esencialidad', todo el conocimiento de Ia lengua latina, hay que deducirlo de Cicerón».
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