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CONCEPTO Y FUNDAMENTO DE LA ETICA
I. MORAL SACRAL O MORAL FALAZ La moral, en su aspecto primerizo, se presenta como una institución respetable, como una institución sagrada. Basta mirar Ia historia, para tropezar con filósofos que Ia toman como un hecho insuperable, incuestionable; limitan sus ansias a fundamentarlo, a justificarlo. TaI es el proceder de Kant (véase su Grundlegung, o su Kritik der praktischen Vernunft): ya en el punto de partida hay un imperativo categórico, absoluto e incondicionado; se fundamenta en Ia autonomía y libertad humanas; pero el fundamento ya es implícito en el hecho sagrado. Esta perspectiva es algo miope. No arroja b más mínima duda sobre el hecho; no Ie formula Ia más mínima crítica. La moral es un totum reuolutum, sagrado; nos encontramos ante un hecho cuya recepción raya en Ia adoración. Estamos ante Io incondicionado, y, ante Io incondicionado, no valen reservas ni excusas. El carácter sacral de Ia moral, encalla, a nuestro parecer, ante dos dificultades que mencionamos ahora inicialmente, para repasarlas luego. Una dificultad, Ia moral es social y varía de época en época. Las ciencias sociales imponen un pluralismo de morales que son creaciones histórico-culturales. Sacralizar Ia moral es, inevitablemente, sacralizar Ia moral propia, Ia de Ia propia sociedad y de Ia propia época. Es caer en Ia trampa del etnocentrismo. Éste es el primer error, que escogemos una entre mil morales, absolutizando así algo que tan sólo es relativo. Como segunda dificultad hemos de traer a colación el concepto marxiano de ideología. En Ia mayoría de sociedades se da una explotación laboral o social. Y las ideologías son instituciones sociales que transmiten y justifican tal explotación o alienación. Las ideologías están presentes en Ia superestructuras y principalmente son el estado, el derecho, Ia moral, Ia religión y Ia familia. Todas las ideologías son convergentes en sus efectos, y Ia moral está entre las más importantes. De modo que Ia concepción marxiana nos descubre una moral falaz,
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