|
SUAREZ Y EL ONTOLOGISMO
INTRODUCCIÓN Ser contemporáneo de Ia modernidad ha perjudicado al suarismo. En cuanto es característico de Ia modernidad sustituir el valor de Ia verdad por Ia innovación como valor, Suárez debía quedar como un «precedente» de innovaciones decisivas: relegado a Ia condición de «último» en una serie de billetes sin curso legal, Ia magnitud de su obra habrá de parecer tan ridicula como acuñar moneda con grandísimo gasto, para retirarla luego de Ia circulación. Sólo habría servido para devaluar Ia siguiente emisión de moneda —según unos—; o para abandonar una noción caduca de Io valioso —según otros—. No obstante, el interés por Ia figura del Doctor Eximio ha ido creciendo a Io largo de este siglo. Y se ha abierto paso Ia convicción de que carecemos de una comprensión intema, genética, de su filosofía. Lo que equivale a decir que todavía no Io hemos comprendido bastante. Y mal se puede juzgar Io que no se comprende bien. La verdad de estas afirmaciones se comprueba en el primer contacto con Ia bibliografía suareciana. Es más Io que escribió Suárez que aquello que se ha escrito sobre él. Pero no es cuestión de cantidad. Es, sobre todo, algo cualitativo; pues no existe acuerdo acerca de por qué pensaba como pensaba en los puntos capitales de su Metafísica. Y no es que subsistan, irreductibles, suaristas y no-suaristas. Seria Io lógico, si las respectivas posiciones fueran claras y unánimes. Pero imagínese que preguntamos: ¿Tiene Suárez una síntesis filosófica propia? ¿Es tomista, o no? ¿Su Metafísica es esencialista? ¿Qué es antes, su Gnoseologia o su Ontologia? ¿Existe una «Philosophia Naturalis» suareziana? ¿Acepta o rechaza Ia teoría del acto y Ia potencia aristotélica? ¿Por qué? Cualquiera que sepa algo del asunto, reconocerá que son preguntas oportunas. Y que no hay filósofo —de los que han obtenido el título de «grandes»— de quien se dude de tantas y tan importantes cuestiones. En efec-
|