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SOBRE LA VIOLENCIA Y LA ETICA DE LA PAZ Hacia un orden civil sin filosofías de Ia historia
Lo que haya que deoir de las aventuras de Ia historia humana, de cualquiera de sus inventos culturales, supone una concepción previa del hombre mismo: su relación con Ia naturaleza, forma de emergencia de ella, cuál sea el puesto que Ie corresponde en el mundo, modo de habitarle transitivamente como sujeto de cultura. En orden a situar Ia discusión del tema de Ia paz Cy aunque eUo se tache de querer tomar las cosas desde demasiado lejos) importa registrar el hecho y Ia constancia de doble interpretación antagónica respecto al ser o naturaleza del hombre y a su actuar como tal. Resulta, en efecto, que, emergido del reino de Ia naturaleza y avocado a Ia cultura, puede ser entendido oomo: a) agresivo y malo en su condición de origen, estado del que ha de sacarle el esfuerzo encaminado a procurarle órdenes de vida civil; b) como naturalmente bueno y pacífico, estado del que decae por Ia perversión de su idear y de su actuar, y del que ha de ser rescatado restituyéndole a su buen natural u orientándole a su ideal. Según esa doble concepción, que explica de modo opuesto Ia génesis de Ia violencia, se entenderá también de distinta manera Ia praxis aplicada a conseguir Ia paz: a) como esfuerzo constante, mantenido con lucidez y probidad por mejorar el legado de clviidad de las generaciones que nos han precedido, entendiendo que cada conquista hecha por el hombre en el pasado es un paso bueno para ir venciendo Ia inhumanidad que reinaba en los principios; b) como corte con Ia dirección mala de Ia historia hasta ahora hecha, para poner las cosas de una vez en Ia buena dirección de Io que se cree ser Io genuina y verdaderamente humano. La primera forma de lucha por Ia paz es Ia del reformismo ilustrado. La segunda es Ia del revolucdonarismo utópico. Los dos supuestos coinciden en que Ia obra aseguradora de Ia paz, tema permanente de Ia solicitud humana, tiene ante sí un éxito muy problemático y esa problematicidad se acentúa en los períodos históricos de «entre-épocas»: oscuros, desorientados, conflictuales, críticos. Insisto en que los dos supuestos se oponen como se da a entender en las dos tesis siguientes: 1. En el principio fue Ia discordia y Ia violenda, por Io que Ia concordia y Ia paz tendrán que ser conquistadas o ganadas con el trabajo de cada día. 2) En el principio fue te armonía y Ia paz; Ia contradicción a ellas fue inducida, por Io que Ia historia echará a
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