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ENTRE HUMANISMOS Y ANTIHUMANISMOS (Para una hermenéutica del lenguaje de nuestra cultura y contracultura)
Una estación que viaja ' Pero Ia luz no es esto solamente, porque ya nada es algo soiamente. Sino que todo, amigos, todo es esto y luz, y todo. Y no hay manera de decirlo sino contradiciéndose y hundiéndose en el vértigo, y siendo el remolino y el vértigo y Ia luz. No solamente. 1. Los Humanismos En el lenguaje actual, sobre todo entre nosotros, Ia palabra "Humanismo" nos refresca una memoria torturada —torturada por guerras y torturas—. El lenguaje del humanismo —"humanidad", "personalización", "madurez"— retorna entre nosotros en olor de santidad —de santidad secularizada—, e.d. de amabilidad, cordura y compostura, en una palabra, de "realización" integral (otro término íntegramente perteneciente al código humanitario). En efecto, nada más digno de estima que Ia propia estimación: pues respetar (al otro) es respetarse (a sf mismo) y el que se estima en algo tiene que estimar a los demás. La cortesía y suavidad son condiciones de Ia valía personal (o "personalidad") las cuales están condicionadas, a su vez, por el "equilibrio" individual. Ser hombre es ser persona —La palabra-clave del humanismo— y persona significa madurez, e.d. autodominio. (Hay que tener en cuenta, sin embargo, que sólo el que se domina puede dominar y, Io que puede ser más importante, ser a su debido tiempo dominado). Pero estamos sacando las cosas de quicio o, mejor dicho, hemos comenzado nuestra meditación sobre el humanismo actual por el tejado. Pues el humanismo personalista con su algarabía por Ia comunión dialogal es más bien una interpretación "cristianista" escoliasta, e.d. espúrea. Pues, ¿no es cierto que el verdadero humanismo predica Ia inmanencia de humanidad, Ia radical humanización del hombre? Humanismo ateo: así Io denominó un cierto humanismo religioso y teologal. Un humanismo de posguerra, compasivo del hombre hasta Ia náusea, enclaustrado en sus soledades, narcisista en sus coqueterías entre el ser y Ia nada que se es. Un humanismo a medio arriar entre Ia dignidad humana y Ia humana indigencia del hombre. Así pues podríamos llegar a distinguir más bien tres humanismos casi vigentes —cuasivigentes—: el humanismo humanitario o humanismo de dereohas, con su
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Hngo Lindo, en Navegante río (San Salvador 1963) 17.
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